La fábula del Lobo

Se acabó el fútbol. Un mes, hasta que empiece el mundial, aburrido los domingos. La puta madre... así sube al toque el índice de suicidios. Y encima este blog se queda sin bardeadas entre gallinitas, eternos fracasados. Así que vamos a empezar a meterle magia...
He aquí con ustedes, la fábula del lobo. Mi primera incursión al delirio fumanchú. Vamo a ver que sale... Ah, ante todo vale aclarar que cualquier coincidencia con la realidad, es pura coincidencia.



LA FABULA DEL LOBO

El amor y sus implicancias. Las relaciones y sus miles de lugares ocultos. Este bosque está lleno de esas. Desde ciervos con ciervas, zorros con zorras, sapos con ranas y hasta osos que buscan osos (entre los árboles pinta el matrimonio gay). Pero los lobos hacen rancho aparte. Aunque parezca que no, son más racionales que el resto de las especies. Piensan cada paso, te miran hasta el alma. Y aman como ningunos.
El andar del lobo es complicado. Vida de perros si las habrá. Hay que admitirlo... son los facheros de bosque. Ojos claros, cabello fino, dientes grandes y blancos. Feroces, temerarios. Si fuesen humanos, ni el mejor Cristian Sancho tiene chances. Claro, contra otras especies no hay problemas. Pero entre ellos mismos se sacan los ojos.
Una comunidad de 300 lobos, todos derrochan belleza. Y las lobas estan para aullar toda la noche. Aunque son medio perras... Este lugar más que un bosque parece una jungla: supervivencia del más fuerte...y no te des vuelta porque podés perder hasta a tu loba...
Así las cosas, cada lobo cuida a su pareja con garras y colmillos afilados. Pero es imposible traerle la comida, agasajarla y cuidar que otros se acerquen. Y las hembras siempre reclaman más, porque no les faltan las ofertas de otros caninos con los dientes más grandes. El Lobo se va cansando, haciendo viejo, echándo panza. El estereotipo lobuno, agobiado por la presión, se va en busca de otra loba más joven o deja todo y se busca otro bosque. Las relaciones de este lugar son pasajeras, duran uno o dos años, no más.
Pero había dos que eran distintos al resto. De jóvenes difíciles de domesticar. Iban de loba en loba sin encontrar su amor. Pero el bosque es un lugar fantástico, romántico. Y cupido a todos les llega. Ellos no fueron la excepción, y cuando se enamoraron lo hicieron con una locura que no es propia de lobos. No sólo fueron domesticados, sino que terriblemente dominados. Poco tiempo para sus compinches, quienes no los vieron más en el árbol de siempre, aullándoleee a las zorras y chupando sangre de los animales en oferta. Casi como si los hubiese encadenado un humano.
Vivían por ellas, las complacían, le daban lo que querían, cumplían cualquier capricho. Sus opacos y aguerridos ojos azules se volvían brillantes y tiernos cuando las miraban. Así un año...dos... Pero la cruz que carga este bosque no admite excepciones. Las relaciones fueron, son y serán pasajeras. Y a todos les llega el agobiamiento y agotamiento de tener un lobo/a encima todo el día. Las cosas que para las lobas antes eran valientes y de un lobo bien criado, ahora son de un posesivo y pesado. Y las perras se van cansando, y los otros están al acecho. El cúmulo de malas costumbres del lugar terminan logrando su objetivo: alejar a las hembras de estos pobres flechados del amor.
Dos corazones rotos, por primera vez notan lágrimas en sus ojos. Toda su dureza se convierte en debilidad. Son una piltrafa por varios días. Hasta que uno se cansa y actúa. Vuelve con violencia a por su amada y se choca contra una pared. La herida se hace más grande. El desconsuelo es eterno...
El otro lobo todavía no pudo tapar con parches los agujeros de su destruido corazón. Pero de a poco va tomando fuerzas para posarse en sus patas traseras y volver con sus compinches que lo esperan con firmeza en el árbol de siempre. No se olvido de su loba, pero sabe que no puede seguir los pasos del otro porque terminará con el mismo destino. Espera paciente por otro desenlace. ¿Indiferencia? no, sigue girando a su alrededor. ¿Dará resultado? ¿podrá regresar con su lobuno amor? el tiempo lo dirá. Aunque sus amigos aullán para divertirlo. Y él espera. Quizás algún día hasta pueda olvidar sus penas. Quizás no.